sábado, 15 de enero de 2011

masturbación en mujer= orgasmos II

Sin embargo, la ciencia ha ido derribando un mito
tras otro. Uno de ellos dice: la lenta respuesta
sexual de las chicas hace que sea menos sencillo optar
Las mujeres responden a los estímulos tan deprisa
como los hombres: en 10 segundos. Tardan en llegar
al orgasmo entre dos y cuatro minutos, como ellos,
y menos si están muy excitadas.
Otra idea muy extendida sostiene que las chicas
tienen menos deseo sexual y les cuesta más llegar
al orgasmo. Pues no. La mitad de las mujeres los
tienen a diario, o casi. No solo eso: un 42% se
excita más rápida e intensamente que el promedio
de los hombres; y la mayoría es capaz de tener
 más orgasmos: casi la mitad son multiorgásmicas.
Entre estas últimas, casi todas se masturban.
¿Por qué? Según Jesús Ramos: “Porque con ninguna
otra actividad sexual se alcanza un 96% de
probabilidades de llegar al clímax.
Dos de cada tres reconoce hacerlo
para satisfacer la excitación, pero
también tiene otras utilidades.
El psicólogo Morton Hunt asegura
que el 30% recurre a ella como
sustitutivo de los ansiolíticos;
se masturban para aliviar tensiones
de cualquier tipo: una entrevista
de trabajo o un examen.
Sin receta
El orgasmo es el mejor relajante muscular.
“Tranquiliza y da placer, y por si eso fuera
poco, es natural, ecológico, gratis y siempre
se tiene a mano”, explica Jesús Ramos.
El tratamiento no necesita receta, pero este
psiquiatra del Hospital Ramón y Cajal de Madrid
sí ha recomendado a algunas de sus pacientes que
se masturben. Las hay que no han conseguido vencer
el pudor, pero otras sí lo han hecho y han vuelto
a la consulta con una sonrisa, tan expresiva como
la de las mujeres que acuden al urólogo con problemas
de incontinencia y salen con una receta que no tienen
que ir a buscar a la farmacia, sino a un sex shop.
 Lo que tienen que comprar son bolas chinas, un
instrumento que muchas mujeres utilizan para
alcanzar orgasmos más intensos durante la
masturbación. Pero además, tiene un beneficio
indirecto. “Refuerzan la musculatura del suelo
pélvico, de forma que previenen el escape de orina,
y al reducir las posibilidades de incontinencia
se producen menos infecciones de orina”,
explica Juan Carlos Ruiz, director del
Instituto Urológico Madrileño.
Las mujeres que robustecen los músculos de la pelvis,
mediante la masturbación o con otros ejercicios, lo
notan en los orgasmos, pero además tiene otras ventajas
médicas. Según el ginecólogo Ramón Serrano Vicens:
“En el primer parto de mujeres que se casaron
 vírgenes y quedaron inmediatamente embarazadas,
 las contracciones del útero fueron más eficaces
en el 86 por ciento de las que se masturbaban
sin problemas de conciencia; mientras que disminuía
a un 17% entre las consultadas que manifestaban
no haberse masturbado nunca.
No es de extrañar, si tenemos en cuenta que la
oxitocina, la hormona que se libera durante el
orgasmo y se considera responsable de este, es
también la causante de las contracciones uterinas
durante el parto.
Parecido efecto tiene sobre las reglas dolorosas.
Hay mujeres que han aprendido a combatir
la dismenorrea precisamente masturbándose
inmediatamente antes y durante la regla.
Dado que el orgasmo facilita las contracciones
del útero, las molestias disminuyen.
Estas son más frecuentes entre las
 mujeres que se masturban con sentimiento
de culpa (80%); algo menos entre las que
no lo han hecho nunca (40%) y menos aún (15%)
entre las que se masturban sin represión, según
una investigación llevada a cabo por el
ginecólogo Ramón Serrano Vicens.
La normalización de esta práctica tiene
otro efecto, según Jesús Ramos:
 “Permitirá considerar normal,
y no algo devaluado, todo encuentro
sexual aunque no incluya el coito”.
En Grecia había un floreciente comercio
de vibradores, entonces fabricados
con cuero y, obviamente, sin pilas.
La masturbación estaba incorporada
a la vida de las griegas de forma
tan natural que se recomendaban
las unas a las otras los artesanos
que mejor les fabricaban los dildos.
En realidad, el aparato se ha vendido
incluso en las situaciones más adversas.
 Sin ir más lejos, durante el Franquismo
se ofertaban por correo en las pacatas
revistas de la época, pero eso sí,
con el eufemístico nombre de “masajeadores faciales”.

 

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