martes, 21 de octubre de 2014

Placer, Orgasmos & Comunicación.


Una vez escuché a un hombre expresar una sabia frase: “Con las mujeres hay que tratar de a una, porque en grupo son indomables”. Con el tiempo me he dado cuenta de que este hombre tenía mucha razón. Llevo ya bastante tiempo trabajando con grupos de mujeres, donde se hacen talleres de diversos tópicos y se tocan variados temas que, de cierta forma y aunque existan diferencias socioculturales, unen y asemejan todas las problemáticas que como género femenino nos aquejan.
¿Saben lo reacias que son muchas mujeres cuando se habla de sexo?, ¿Saben la cantidad de rostros sorprendidos que observo cuando se toca el tema de la masturbación? Más todavía, cuando lo viven dentro de una relación estable? Quedé sorprendida cuando una mujer comentó: “¿Es normal que los hombres casados se masturben? Porque yo una vez pillé al mío en pleno y casi lo echo de la casa, ¡cómo se le ocurre si para eso estoy yo!”. Otra comentaba: “La masturbación es para los hombres, yo no lo necesito”.
Durante este tipo de conversaciones es que comenzaron a salir mil y un mitos respecto a la sexualidad. Fue ahí cuando se me ocurrió preguntarles a todas si habían experimentado algún orgasmo en su vida. Señoras y señores, no lo podía creer, muchas levantaron la mano, otras muchas no, pero muchas más respondieron: “Yo creo que sí”. Fue esta última respuesta la que más me impactó, y entonces les  pregunté: ¿Cuando estornudan se dan cuenta o creen haber estornudado? Todas asintieron que sabían, y les respondo “¡cuando uno tiene un orgasmo, sabe que lo tiene!”.
No se imaginan lo difícil que fue hacerles entender que si ni ellas conocen su propio cuerpo, menos lo va a conocer el hombre con quien comparten su intimidad. s en estas temáticas donde creo que nuestra sociedad cae directo en la ignorancia. Más allá de las situaciones recién expuestas, sino de la forma en que esto se transmite. Hay muchísimos libros, investigaciones y conocimientos respecto a la sexualidad. Hombres comentan entre hombres, mujeres entre mujeres, y hoy entre todos. ¿Pero que sucede cuando en pareja no se toca el tema? ¿Qué ocurre cuando en el sexo con nuestra pareja hay incapacidad para comunicar lo que nos gusta o no nos gusta? ¿Qué pasa cuando tememos expresar lo que está haciendo mal? Y cuando todo eso se junta y, por un mero detalle, ¿terminamos generalizando todo el acto como algo insatisfactorio?
Tenemos que aprender a comunicarnos, a atrevernos a exigir aquello que para cada uno es placentero y a la vez lo que nos provoca displacer. De la misma forma aprender a recibir críticas y lograr construir algo a partir de ellas. Enriquecer la relación a partir de sugerencias y de la misma forma, lograr actuar aquellas fantasías con las que quizá muchos/as han soñado, pero, “ay! ¡cómo le voy a pedir eso a mi señora!”, o “es que él cree que a mí me gusta que me toque tan fuerte” y yo intervengo: “¿Alguna vez le has dicho que para ti eso no es excitante?”. Y responde: “No, es que se va a sentir mal y se puede enojar”. Y entonces cuando lo anterior se repite por años, comienza la generalización: “Es que es aburrido el sexo con mi señora” o también “ya no me gusta hacerlo con mi marido, es muy bruto” Señoras y señores ¿cómo no va a ser aburrido si nadie expresa lo que para sí es entretenido? Y ¿cómo no va a ser bruto, si jamás le han dicho que lo que hace no es excitante? ¡Quizá el hombre juraba que lo hacía increíble!
Así queridos lectores, aunque suba el dólar, aunque aumente la inflación y aunque la economía esté inestable, los placeres más deleitables de la vida aún son gratis, ¡Comuníquenlo y sáquenle provecho!

Nerea de Ugarte López

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